Rodrigo
Durante el siglo XVI, las crónicas constituyeron la forma más común de describir la vida de todos aquellos pueblos que empezaban a descubrirse a los ojos de Occidente bajo el nombre común de América. En un primer momento, dichas crónicas corrieron por cuenta de los propios conquistadores, quienes “al tener que comunicar los hechos al monarca, y maravillados de cuanto veían en las nuevas tierras, enviaron desde aquí cartas o ‘relaciones’ con interesantes pormenores sobre las mismas” [1]. Sin embargo, con el pasar de los años, otros personajes, por ejemplo, religiosos o civiles de holgada posición, empezaron también a escribir documentos históricos sobre el “Nuevo Mundo”, todos ellos de diferente alcance y estilo.
Para el caso colombiano, o más bien, para el del que sería luego la capital del reino, es decir, Santa Fe de Bogotá del Nuevo Reino de Granada, Rodríguez Freyle adquiere un papel definitivo, en la medida en que El Carnero es el texto que refiere con más detalle la evolución de la ciudad, desde su fundación en 1538 hasta la época en que don Sancho Girón, marqués de Sofraga, fue su presidente, en el año 1638. Mucha dificultad –aclara