Espanhol
Perspectivas: Fonología y ortografía del español
Si queremos comunicarnos por escrito unos con otros, si queremos leer y escribir, hemos de aceptar todos el someternos a una normativa común, a una ortografía.
Cualquier ortografía, por mala que sea, es preferible a la ausencia de norma común, pues la comunidad del código es una condición imprescindible de la comunicación. Pero el que necesitemos una ortografía no significa que la actualmente vigente sea la única posible, ni la mejor.
La mejor escritura es la escritura alfabética perfecta, es decir, la que se ajusta al principio fonético. Es la más fácil de aprender y de usar, la más económica y eficaz. Pero el principio fonético se ve limitado por las restricciones transdialectal, semántica y morfémica. Pasa lo mismo que con una carretera que deba unir dos ciudades. Lo mejor, en principio, (lo más eficaz y económico) es que las una en línea recta. Pero si entre ellas hay algún desnivel, pendiente u obstáculo natural, puede ser preferible bordearlo. Lo mismo ocurre con la ortografía. En algunos casos nos desviamos justificadamente del principio fonético. Pero otras desviaciones son absurdas, no contribuyen para nada al proceso de la comunicación, constituyen una complicación engorrosa, antiestética y deben, por tanto, ser eliminadas mediante la correspondiente reforma ortográfica.
Las “faltas de ortografía” (que son defectos de la ortografía vigente y no del que las comete) tienen nefandas consecuencias en la vida de jóvenes estudiantes y adultos. Muchos se sienten inhibidos por el miedo a cometerlas y escriben menos cartas, instancias, peticiones, informes, etc., de lo que lo harían con una ortografía racional que eliminase dichas faltas. Además, la práctica tradicional quiere que en los exámenes y concursos se dé más importancia a la “corrección” ortográfica que a la facilidad y precisión del lenguaje empleado, lo que crea todo tipo de injusticias.
Pero no acabemos como el cuento de la lechera. La
reforma